Enseñar a cooperar implica aprender a escuchar, a resolver problemas de manera conjunta, a tomar decisiones colaborativas y a manejar desacuerdos de forma constructiva.
Columna: “Construyendo”
Por: Raúl Asís Monforte González, Presidente de CMIC Yucatán
En el mundo laboral moderno, gran parte del tiempo de una persona se dedica a actividades colaborativas. Sin embargo, a pesar de que la cooperación es crucial para el éxito de las organizaciones y para alcanzar objetivos de productividad, sorprendentemente, tanto en la academia como en el ámbito empresarial, la capacitación formal sobre trabajo en equipo y cooperación es escasa o casi inexistente.
Esta falta de formación en habilidades colaborativas plantea una reflexión importante: si realmente consideramos que cooperar es un valor esencial y una habilidad clave, ¿por qué no estamos enseñando a cooperar de manera deliberada y efectiva?
La realidad es que, a menudo, se asume que las personas saben colaborar de manera natural. Desde una perspectiva tradicional, se cree que al poner a un grupo de personas a trabajar juntas, la cooperación surgirá espontáneamente.
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Sin embargo, la colaboración efectiva no es algo innato, sino una competencia que requiere de un aprendizaje intencionado y de la adquisición de habilidades específicas. La falta de capacitación formal en este tema puede deberse a la percepción errónea de que la colaboración es una consecuencia automática de la interacción humana. Esto es un grave error, ya que las dinámicas grupales y la construcción de relaciones interpersonales efectivas requieren un esfuerzo consciente y una orientación adecuada.
Uno de los mayores desafíos en las organizaciones es la falta de alineación entre los miembros de un equipo. Las personas a menudo tienen diferentes enfoques, intereses y estilos de trabajo, lo que puede generar conflictos o malentendidos si no se gestionan adecuadamente.
Enseñar a cooperar implica aprender a escuchar, a resolver problemas de manera conjunta, a tomar decisiones colaborativas y a manejar desacuerdos de forma constructiva. Estas son habilidades que no se enseñan explícitamente ni en las escuelas ni en la mayoría de los programas de formación empresarial, a pesar de su importancia para el desempeño efectivo en un entorno laboral.
Además, la capacitación en cooperación y trabajo en equipo no solo debería enfocarse en las habilidades técnicas, sino también en las relaciones humanas. Las mejores prácticas de cooperación implican desarrollar la empatía, el respeto mutuo y la confianza entre los miembros del equipo. Un equipo que trabaja en un ambiente de apoyo y comprensión es más capaz de enfrentar desafíos y adaptarse a los cambios, lo que a su vez contribuye al éxito de la empresa.
Entonces, ¿por qué no estamos enseñando deliberadamente a cooperar? Parte de la respuesta puede encontrarse en una cultura que valora el individualismo y la competencia por encima de la colaboración. Desde la educación temprana, a menudo se premia a los estudiantes por sus logros individuales, dejando en segundo plano la importancia de aprender a trabajar juntos. Este enfoque se traslada al mundo laboral, donde la competencia por ascender o destacarse puede opacar el valor de colaborar para alcanzar objetivos comunes.
El trabajo colaborativo es una habilidad esencial que no se enseña ni se fomenta lo suficiente. Las empresas y las instituciones educativas deben reconocer la importancia de capacitar a las personas para trabajar en equipo, no solo como una estrategia para mejorar la productividad, sino también como un medio para fortalecer las relaciones humanas y crear entornos laborales más saludables y eficaces. La cooperación no es un lujo, es una necesidad en el mundo laboral actual, y es hora de que empecemos a enseñarla como tal.
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